¿Qué puede aprender Estados Unidos de su vecino? En Canadá los refugiados son “recién llegados”

Así ven el «problema” de los refugiados procedentes de Medio Oriente

La comunidad internacional ha comenzado a mirar hacia el norte del continente americano para aprender –o cuando menos para llevarse una lección—de la respuesta que ha dado Canadá en los últimos tiempos al “problema” de los refugiados procedentes de Medio Oriente, concretamente de Siria.

Los clubes de conversación

Un amplio reportaje de Julia Pryce y Michael Kelly, publicado esta semana en la versión digital de *US Catholic* (ambos profesores asociados de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad de Loyola, en Estados Unidos) muestra cómo un nuevo programa canadiense ha marcado un punto de inflexión al “celebrar los refugiados, en lugar de demonizarlos”.

El proyecto innovador es un programa de tutoría en grupo para el desarrollo de jóvenes llamado “Club de Conversación”. En realidad, se trata de un mecanismo de acogida en donde, además de hablar libremente su idioma materno, aprenden, en el deporte y en la amistad, el inglés.

Si Estados Unidos es un país de inmigrantes, Canadá, por sus condiciones geográficas y climáticas, lo es aún más. Por ello, desde hace cuatro años, los clubes de conversación han funcionado como sitios que propician un mayor sentido de comunidad, pertenencia, y esperanza; fuerte dominio del inglés y una mayor identidad nacional entre los involucrados.

No demonizar sino acoger a los refugiados

Cerca de 40,000 refugiados sirios han sido acogidos por Canadá desde noviembre de 2015. Más de 14,000 de estos recién llegados son patrocinados por donantes privados. Canadá también proporciona un camino a la ciudadanía, llamando a los refugiados “recién llegados” y dándoles la bienvenida con un abierto espíritu de inclusión.

En muchos aspectos, los objetivos del Club de Conversación imitan algunas de las cuestiones en el debate sobre la inmigración estadounidense, donde gran cantidad de legisladores republicanos quieren limitar la inmigración legal, hacer que todos los nuevos inmigrantes aprendan inglés y desarrollen el respeto por las instituciones de Estados Unidos.

“Pero de una manera real e intencional, el Club de Conversación representa un polo opuesto a este enfoque. En lugar de demonizar a los inmigrantes, el Club los celebra. En lugar de marginarlos, el Club los incluye. En lugar de esperar que los inmigrantes renuncien a su propia herencia cultural para convertirse en canadienses, el Club de Conversación hace hincapié en que pueden ser plenamente orgullosos de su herencia y totalmente canadienses”, escriben Pryce y Kelly.

Lo que no es el discurso en Estados Unidos

Para ambos profesores, el enfoque canadiense muestra una serie de lecciones que pueden ser aplicadas en su propio país. Ciertamente, reconocen, hay en la Unión Americana muchos programas notables orientados a responder a las necesidades y posibilidades de los refugiados. “Muchas comunidades, incluyendo universidades y organizaciones no lucrativas, tienen una oferta centrando su atención sobre esta crisis internacional”.

Empero y pese a las adversidades, el esfuerzo de hospitalidad canadiense sigue siendo un esfuerzo ejemplar, pues Canadá responde a los recién llegados proporcionándoles vivienda de emergencia, asistencia legal y servicios de transporte. Y en los clubes de conversación para los jóvenes, un lugar para aprender, hablar libremente, y hacer amigos.

Estos clubes –terminan diciendo los autores del reportaje—“representan todo lo que no es el actual discurso político estadounidense: íntimo, acogedor y personal. Y ya que estamos limitados en Estados Unidos por las políticas oficiales, podemos aprender mucho acerca de cómo tratar a los refugiados que ya se encuentran entre nosotros escuchando a nuestros vecinos del norte”.

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