¿Cómo deben ser el pan y el vino de la Eucaristía?

Sebastian Duda | Shuttertstock

El Vaticano recomienda a los obispos que vigilen la producción y puesta en circulación de la materia eucarística

La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos acaba de enviar una carta circular a todos los obispos del mundo, firmada por el prefecto de este dicasterio, el cardenal Robert Sarah, sobre el pan y vino que se deben usar en la Eucaristía.

La carta –escrita por encargo del papa Francisco- es una respuesta a las modificaciones introducidas por Internet y por la sociedad de híperconsumo, en la cual parecería que diera lo mismo cómo se fabrica el pan y el vino de la consagración.

También es una respuesta a malformaciones y desviaciones que se han tenido en países de América Latina, por ejemplo, tras la finalización del Concilio Vaticano II y por la introducción de corrientes teológicas que no necesariamente están de acuerdo con las indicaciones del Magisterio en esta materia tan sensible y, a menudo, tan olvidada.

La dignidad de la Cena del Señor

Lo primero que la carta de cinco puntos señala es que a los obispos les compete “proveer dignamente lo necesario para la celebración de la Cena del Señor”, vigilar la calidad del pan y del vino destinados a la Eucaristía y vigilar, también, a aquellos que los preparan.

Dado que ya no son solamente las ordenes religiosas las que preparan el pan y el vino eucarísticos, el dicasterio recomienda a los obispos que vigilen la producción y puesta en circulación de la materia eucarística “mediante certificados apropiados”.

Más adelante, la carta firmada por el cardenal Sarah dice que el obispo debe recordar a los párrocos “su responsabilidad para comprobar quién es la persona encargada de proveer el pan y el vino para la celebración, así como la idoneidad de la materia”.

Pan de trigo, vino de uva

En otros puntos, la carta señala que le corresponde al obispo “informar y recordar a los productores del vino y del pan para la Eucaristía el respeto absoluto de las normas”.

En el caso del pan, éste tiene que ser ázimo, de trigo y de reciente factura; que no contenga cereales ni sustancias diversas al trigo, ni frutos, azúcar o miel.

Por lo demás, el pan eucarístico siempre debe llevar una cantidad mínima de gluten. Es decir, la cantidad necesaria para obtener la panificación sin añadir sustancias extrañas ni recurrir a procedimientos que lo desnaturalicen.

En el caso del vino, sigue diciendo la instrucción, “debe ser natural, del fruto de la vid, puro y sin corromper, sin mezcla de sustancias extrañas”, así como bien conservado, no avinagrado o de procedencia dudosa.

A diferencia de la prohibición del pan sin gluten, en el caso del vino eucarístico la carta circular recuerda que es válido sustituir al vino por mosto (jugo o zumo de uva fresco o conservado) cuya fermentación haya sido suspendida por medio de procedimientos que no alteren su naturaleza (por ejemplo el congelamiento)”.

Todo orientado al Santo Sacrificio

El obispo es quien da licencia para usar pan con una mínima cantidad de gluten o mosto como materia para la Eucaristía. La licencia puede ser concedida habitualmente, mientras dure la situación que la ha motivado. Las restricciones no incluyen pan o vino modificados genéticamente.

El dicasterio recuerda a los que preparan el pan y producen el vino para la celebración que deben ser conscientes de que su obra está orientada al sacrificio eucarístico y esto pide su honestidad, responsabilidad y competencia.

Lo que busca evitar esta carta es –sobre todo— “la falta de respeto en el ámbito sagrado”, así como el que se garantice efectivamente “la genuinidad de la materia eucarística por parte de los fabricantes como de su conveniente distribución y venta”.

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